Que el nostre món no sigui petit
Esta reflexión surge para dar relevancia a una actitud como compradores, vendedores o , sin más, personas.
Limitados por el tiempo disponible, las obligaciones, la rutina, la falta de cultura, el desconocimiento de otras realidades, de otros idiomas,... nos cerramos a visitar ciudades cercanas incluso en que podemos encontrar nuevos productos y personas, a probar cosas nuevas, a profundizar en el conocimiento.
Qué placer es la bendita rutina cuando hemos encontrado un buen panadero, un escritor que nos ayuda a entender el mundo y a nosotros mismos, un paisaje que nos reconforta,...tantas cosas.
Pero al mismo tiempo ello es un acicate para encontrar lo diferente y aún más cuando no se ha conseguido encontrar ese entorno satisfactorio, esa base de clientes estables y profesionales,... entonces la necesidad de viajar, visitar nuevos mercados, conocer nuevos círculos de personas se nos manifiesta absolutamente. Abrir los ojos y quitarse de encima prejucios.
Cesa entonces el aburrimiento, la desesperanza y nos abrimos a un mundo grande e inabastable que nos hace crecer profesionalmente y como personas.
Para un comerciante puede consistir esta actitud en salirse de la rutina de los productos que todo el mundo tiene y crear su oferta investigando en su entorno geográfico, o en los paises y culturas que ama.
Una ojeada a Uzbekistán y su gente nos la proporciona Sevara Nazarkhan
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